Velas aromáticas
La utilización de las velas aromáticas tiene tras de sí una larga vida, puesto que es una práctica que se mantiene en nuestros días con gran presencia. No solo decoran nuestros rincones y esos parajes más íntimos donde solemos relajarnos, sino que últimamente su utilización se ha extendido al campo de la medicina natural , el uso de plantas medicinales y los aceites esenciales, gracias sus propiedades y a los beneficios que aporta a nuestra salud.
Las velas tienen ya su origen en el siglo XIV como medio indispensable para la iluminación. Estaban hechas de grasa de animales, razón por la que generalmente emitían mal olor. Sin embargo, con la aparición de la luz eléctrica, las velas pasaron a ser aprovechadas estéticamente en detrimento de su origen lumínico, confiriéndoles una utilidad más intima, enfocada al sosiego y a la relajación, debido a las sensaciones que nos ofrece la visión de la llama incandescente y la cera derretida.
Se empezó entonces a mezclar cera con aceites esenciales para acrecentar la relajación y que, a través de sus olores, ejercieran un efecto sedante y saludable, capaz de mitigar por ejemplo cefaleas o dolores de cabeza. Es el origen de las velas aromáticas.
Las velas y la aromaterapia han ido siempre ligadas, potenciando mediante el sentido del olfato las sensaciones que nos trasmiten en su combustión la cera derretida y los aceites obtenidos de las hojas, raíces, tallos y plantas en general.